viernes, 9 de julio de 2010

¿Cómo era Martí?

Martí era de estatura mediana. Sus hermosos ojos castaños poseían esa vaguedad soñadora que muchas veces refleja el verdadero temperamento poético, aunque bajo el latigazo de la emoción ardían en llamas. Sus manos eran largas y estrechas, inquietas y delicadamente modeladas. Habitualmente vestía de negro, llevando de corbata un lazo delgado de seda negra; difícilmente podía comprarse ropa nueva, y la usaba muchas veces, estaba brillosa, pero jamás nadie vio sobre ellas una mancha, porque era un hombre de escrupulosa limpieza.

Horatio S. Rubens
(1869-1941)
Abogado y hombre de
negocios norteamericano

Martí: Traductor

De nuestro apóstol se ha escrito mucho sobre sus dotes de poeta, escritor, periodista, orador y patriota. Sin embargo, poco se ha dicho que fue un gran traductor profesional del siglo XIX. Tal vez no sería lo más que le gustaba hacer, pero si era posiblemente lo que debía hacer para recibir la remuneración económica que necesitaba para vivir, mantener su familia y poderle dedicar las muchas horas que ofrecía voluntariamente a la causa de la liberación de Cuba.

Su primera traducción fue: “Mis hijos”, versión del francés de la obra Mes Fils, de Víctor Hugo, inmortal escritor a quien el apóstol mucho admiró.
Otra de sus conocidas traducciones fue Ramona, de Helen Hunt Jackson, publicada por Martí en Nueva York, en el 1888. Esta novela norteamericana, a la que Martí se dedicó con mucho interés y fervor, por sentir el drama de la situación del indio y su futuro, lo dio a conocer y lo consagró en el cuidadoso campo de la traducción. No era fácil lograr, como él dijo en una ocasión, que “la versión al castellano fuera tan correcta y de tal propiedad que no se advirtiera que la obra fue escrita en otro idioma”.
Para la famosa “Casa Appleton” de Nueva York, Martí tradujo:

  • Antigüedades Griegas, por J.H. Mahaffy (1883)

  • Antigüedades Romanas, por A.S. Wilkins (1883)

  • Naciones de Lógica, por W. Stanley Jevons (1885)
La traducción del libro de Stanley Jevons le dio dinero suficiente a Martí para invitar a su padre a pasarse unos días en Nueva York.
Además, el apóstol hizo muchas traducciones de los autores Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson, Longfellow Whitman y otros más, así como para varios periódicos y revistas.
En carta a María Mantilla en 1895, le sugiere: “Es bueno que al mismo tiempo que traduzcas, aunque no por supuesto a la misma hora, leas un libro escrito en castellano útil y sencillo, para que tengas en el oído y en el pensamiento la lengua en que escribes”.
Como apreciarán nuestros lectores, Martí fue muy versátil, destacándose en distintas facetas, razón por la cual los cubanos lo consideramos el más grande de todos los compatriotas nacido en nuestra bella isla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario