lunes, 12 de julio de 2010

A su madre querida

En nuestra Cápsula Martiana de hoy damos paso a este interesante artículo de nuestra querida periodista independiente Aimée Cabrera.

*Foto del Apóstol en plena propaganda
revolucionaria en Key West, tomada del
Suplemento El Mundo, 28 de enero de 1953.

La Obra de José Martí es un compendio de versatilidad y amor. En todos sus trabajos se observa la veneración, el respeto, esa sana curiosidad de conocer y al unísono transmitir todo aquello que le pareciera hermoso, para que otros pudieran compartir, a través de los tiempos y las lejanías, todo ese legado que va desde lo más abstracto hasta lo más cotidiano.

Por eso sus cartas a sus familiares, amigos y colegas son también obras a la altura de sus versos, poemas, dramas o aforismos, sin contar cuanto os deleitamos con su labor periodística y sus discursos u opiniones, que todos en su momento agradecieron por su gran talento fuera de época, y recopilaron para la posteridad.

No tenemos más que releer sus poemas y cartas a su querida madre, para la que siempre tuvo un trato cortés y respetuoso, a sabiendas de que su sinceridad, en cuanto a sus ansias de libertad e independencia de su patria, provocaban cierto enojo en ella.

Él sabía que su madre lo amaba de manera entrañable, y que a pesar de no compartir ambos disímiles puntos de vistas, había una complicidad que aún emana, tan solo al leer las misivas de quien se consideraba “suyo”, siendo ya esposo, padre, intelectual y patriota.

La histórica recopilación de Las Obras Completas de José Martí, Edición Conmemorativa del Centenario de su Natalicio, Editorial Lex, La Habana Cuba, 1953, en su Volumen II, recoge en su Epistolario Familiar, unas cartas que el Apóstol escribió, donde aparecen 5 enviadas a su madre entre los años 1861 al 1895. La última es corta pero resume su amor a Doña Leonor y a sus hermanas, el cual nunca estuvo por debajo de sus principios independentistas.


Pienso que sería egoísta si no la compartiera con quienes puedan tener la ocasión de leer este, mi trabajo que, si bien considero insignificante, pretende ser un humilde tributo a Don José Martí quien cayera en combate en Dos Ríos-al otro extremo de la Isla que lo vio nacer- hace ya 125 años.

Montecristi, 25 de marzo, 1895.

Madre mía:

Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en usted. Yo sin cesar pienso en usted. Usted se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrificio? Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre.

Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. ¡Ojalá pueda algún día verlos a todos a mí alrededor, contentos de mí! Y entonces sí que cuidaré yo de usted, con mimo y con orgullo. Ahora bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza. La bendición.

Su

José Martí.

Tengo razón para ir más contento y seguro de lo que usted pudiera imaginarse. No son inútiles la verdad y la ternura. No padezca.

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