viernes, 9 de julio de 2010

Virtudes de José Martí

El genial poeta nicaragüense, Rubén Darío, publicó un histórico artículo donde exaltó las virtudes de nuestro apóstol Martí.

He aquí unos párrafos del escrito publicado por primera vez en el diario La Nación de Buenos Aires.

“Era Martí de temperamento nervioso, delgado, de ojos vivaces y bondadosos. Su palabra suave y delicada en el trato familiar, cambiaba su raso y blandura en la tribuna, por los violentos cobres oratorios. Era orador, y orador de grande influencia. Arrastraba muchedumbres. Su vida fue un combate. Era blandílocuo y cortesísimo con las damas; las cubanas de Nueva York teníanle en justo aprecio y cariño, y una sociedad femenina había que llevaba su nombre.

Su cultura era proverbial, su honra intacta y cristalina; quien se acercó a él se retiró queriéndole.

Y era poeta; y hacía versos.

Sí; aquel prosista que, siempre fiel a la Castalia clásica, se abrevó en ella todos los días, al propio tiempo que por su constante comunión con todo lo moderno y su saber universal y políglota, formaba su manera especial y peculiarísima, mezclando en su estilo a Saavedra Fajardo con Gautier, con Goncourt - con el que gustéis, pues todo tiene -; usando a la continua de hipérbaton inglés, lanzando a escapes sus cuadrigas de metáforas, retorciendo sus espirales de figuras; pintando ya con minucia de pre-rafaelista las más pequeñas hojas del paisaje, ya a manchas, a pinceladas súbitas, a golpes de espátula, dando vida a las figuras; aquel fuerte cazador hacía versos, y casi siempre versos pequeñitos, versos sencillos - ¿no se llamaba así un librito de ellos? -, versos de tristezas patrióticas, de duelos de amor, ricos de rima o armonizados siempre contacto; una primera y rara colección está dedicada a un hijo a quien adoró y a quien perdió por siempre: Ismaelillo.


Los versos sencillos, publicados en Nueva York, en linda edición, en forma de eucologio, tienen verdadera joyas. Otros versos hay, y entre los más bellos Los zapaticos de Rosa. Creo que como Banville la palabra “lira” y Leconte de Lisle la palabra “negro”, Martí la que más ha empleado es “rosa”.

Los niños de América tuvieron en el corazón de Martí predilección y amor. Queda un período único en su género -los pocos números de un periódico que redactó especialmente para los niños. Hay en uno de ellos un retrato de San Martín, que es obra maestra. Quedan también la colección de Patria y varias obras vertidas del inglés, pero eso todo es lo menor de la obra literaria que servirá en lo futuro.

Y ahora, maestro y autor y amigo, perdona que te guardemos rencor los que te amábamos y admirábamos, por haber ido a exponer y a perder el tesoro de tu talento. Ya sabrá el mundo lo que tú eras, pues la justicia de Dios es infinita y señala a cada cual su legítima gloria. Martínez Campos, que ha ordenado exponer tu cadáver, sigue leyendo sus dos autores preferidos: “Cervantes”...y “Ohnet”. Cuba quizá tarde en cumplir contigo como debe. La juventud americana te saluda y te llora; pero ¡Oh Maestro! ¿qué has hecho?

Y paréceme que con aquella voz suya, amable y bondadosa, me reprende, adorador como fue hasta la muerte del ídolo luminoso y terrible de la patria; y me habla del sueño en que viera a los héroes: las manos de piedra, los ojos de piedra, los labios de piedra, las barbas de piedra, la espada de piedra...

Y que repite luego el voto del verso:

¡Yo quiero cuando me muera
Sin patria, pero sin amo,
Tener en mi losa un ramo
De flores y una bandera!

Rubén Darío, Los raros (Madrid, 1920), pp. 211-221.
(Obras Completas, del Edit. Mundo Latino, Vol. VI)

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